La esteticista que comía sola

Después de un tiempo sin escribir vuelvo de nuevo.

Nuevamente hay plazas abiertas para trabajar conmigo.

Te contaré algo real. De una esteticista.


Durante años, comió sola.
No porque no le gustara ira a casa a comer, sino porque estaba agotada de fingir que todo iba bien.

Ella abría su centro cada mañana, con la sonrisa que ya ni sentía.
Atendía, limpiaba, hacía números, publicaba en redes, respondía mensajes...
Y cuando por fin cerraba la puerta, se quedaba en silencio.
Ese silencio que pesa más que el cansancio.

Lloraba y se pensaba si de verdad todo ese trabajo merecía la pena.

Su problema no era como trabajaba en cabina, porque es buena. Muy buena.

No era falta de talento.
Era falta de dirección.
Falta de apoyo.
Falta de alguien que le dijera: “para, respira, no tienes que hacerlo todo tú.”

Un día decidió dejar de sobrevivir y empezar a construir.
Buscó acompañamiento. Un apoyo para esos días en los que no sabía que hacer.

Alguien que le dijera el camino más rápido para conseguir lo que ella deseaba.

Alguien que ya tuviera la experiencia que le hiciera más fácil su día a día.


Y entonces todo cambió:


No te voy a engañar y decir que duplicó la facturación. Si quieres te miento y te lo digo. Aunque para eso ya tienes a mucha gente con promesas que no se creeen ni ellos.

Lo que le pasó es que empezó a disfrutar de su trabajo, volvió a tener ideas, a sentirse orgullosa.

Todo encajó en un orden que dejó de asfixiarla. Su día a día se volvió más tranquilo.

Dejó de sentir vergüenza porque sus números no salía. Ahora si caminaba con la cabeza alta y su sonrisa.


Desconozco como te va en tu negocio y si todo va bien. Si sientes igualmente esa soledad o no.

Si es así, te ofrezco una sesión de orientación gratuita.

Hablamos y me cuentas. Después yo te diré lo que haría y hacia dónde podrías ir con claridad y estrategia.

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SESIÓN

Porque a veces, lo que más necesitamos no es trabajar más...
sino dejar de hacerlo todo sola.

Un abrazo

Luis Pascasio

P.D.: No hay que hacerlo todo sola para demostrar que puedes. A veces, la verdadera fuerza está en dejarte acompañar.